Ayuda con los niños desobedientes: consejos y recomendaciones
Cada niño es único y mientras hay algunos que son sonrientes, tranquilos y relajados, otros son inquietos, retadores y desobedientes.
Los niños desobedientes ponen a prueba la paciencia de sus padres constantemente. Suelen ser desafiantes y buscar el enfrentamiento. Esto es debido a que poseen un temperamento fuerte.
Es difícil manejar a nuestros hijos cuando demuestran este tipo de actitudes. Sin embargo, es nuestro deber como padres ser ejemplo de equilibrio y racionalidad en los momentos en los que nuestros hijos pretenden imponerse. No es fácil, es verdad, pero es necesario.
A pesar de que nos cueste saber cómo reaccionar en situaciones en las que un niño desobediente saca a relucir su mal comportamiento, no debemos ceder ni caer en sus provocaciones. Perder el control, reaccionar de manera agresiva o simplemente dejar que el pequeño haga lo que quiere solo empeorará la situación.
Es necesario que busquemos estrategias para lidiar con nuestros hijos y corregir su comportamiento. Siempre debemos tener presente que, aunque se comporten como se comporten, son niños y necesitan de nuestra orientación.
Si ignoramos este tipo de conducta y lo dejamos pasar, solo estaremos educando futuros adultos que desdeñarán las normas y se regirán por su propio juicio. Afortunadamente, muchos psicólogos y psiquiatras infantiles han estudiado este tipo de comportamiento y desarrollado pautas para corregirlo antes de que sea tarde.
Pautas para conseguir un cambio de actitud en niños desobedientes
Según algunos psiquiatras españoles, es posible lograr un cambio de actitud en niños desobedientes si se les presta el cuidado y la atención necesaria a este problema. Algunas de las pautas que debemos seguir para lidiar con un niño desobediente son:
Identificar al niño desobediente: identificarlos y saber cuándo su actitud podrá suponer un problema en el futuro es el primer paso. Los especialistas indican que, a partir de los tres años, se pueden identificar los primeros síntomas de desobediencia. Además, este problema suele ser más frecuente en los niños que en las niñas.
El patrón es una continua desobediencia y agresividad ante las figuras de autoridad, un problema que deteriora la convivencia familiar.
Motivar al niño desobediente: los especialistas señalan que las terapias más eficaces para corregir a un niño desobediente son las que estimulan su motivación, con el refuerzo de sus aspectos positivos y el castigo o ignorancia de los negativos.
Para modificar la conducta desobediente es necesario dejar que el niño se exprese y escuchar sus preocupaciones e inquietudes. Sin embargo, también debemos explicarle con calma los problemas que genera su actitud. La idea es alcanzar, entre ambas partes una solución.
No perder el control: es imprescindible nunca perder el control ante el desafío del niño. Es necesario mantener la calma y ser pacientes. Una buena opción es colocarse a la altura del niño y establecer contacto visual para decirles, con un tono firme, que su comportamiento no es aceptable.
Establecer rutinas: las rutinas ayudan a los niños a obedecer. Mantener un horario y un ritmo de vida estable es de suma importancia. Si el niño se acuesta tarde, come a cualquier hora o lleva una vida desorganizada, será incapaz de guiarse por normas o límites cuando les sean impuestos.
Si, por el contrario, el niño cuenta con un horario definido para cada actividad, que incluya las horas de descanso necesarias, esto lo ayudará a mantener orden y equilibrio y a desarrollar una actitud colaborativa y asertiva.
Establecer normas y límites: poner normas y límites es fundamental para frenar la desobediencia y establecer una barrera entre lo que se debe hacer y lo que no. Estas normas deben ser claras y razonables, además de ser adecuadas a la edad del niño.
También es necesario explicar a nuestros hijos la razón y la utilidad de cada una de las reglas, de esta forma sabrá los beneficios que les traerá acatarlas.
Premiar y alabar los buenos comportamientos: el refuerzo positivo es muy importante para que el niño repita las buenas conductas. No significa que hay que darle un obsequio cada vez que se porte bien, simplemente agradecerle y hacerle saber que estamos orgullosos de su conducta.